Matías Ferro, un conductor forjado en Lawn Tennis y templado en el rigor de Francia
El ex apertura y fullback de los "Benjamines" juega actualmente en Villefranche-sur-Saône, del Federal 1, la tercera categoría del rugby galo.
"La rutina aquí es muy tranquila, aunque se extraña la vida social de Tucumán", reconoce.
Entre el rugby tucumano y el francés existe una conexión que se remonta a los tiempos de la gloriosa Naranja, aquella que desde la década del 70 -y sobre todo en los 80 y 90- se acostumbró a plantarle cara a muchos de los equipos y seleccionados más poderosos del mundo. De hecho, en virtud de ese vínculo, una camiseta naranja con el loguito del capricornio que identifica a la URT reposa enmarcada en uno de los salones de la imponente sede de la Federación Francesa de Rugby.
Y es también en virtud de esa conexión que Francia siempre se ha mostrado receptiva para el talento tucumano a lo largo de los años. Hoy en día es posible encontrar muchos ex jugadores del Anual/Regional -algunos de ellos con pasado naranja o incluso de Los Pumas o Argentina XV- repartidos en clubes de las diferentes categorías del rugby galo. Uno de ellos es Matías Ferro, apertura o fullback surgido de las entrañas del Tucumán Lawn Tennis y hoy radicado en Villefranche-sur-Saône, una tranquila comuna ubicada en el este del país, no muy lejos de la frontera con Suiza.
En realidad, su destino original había sido Beaune, ciudad ubicada en la Borgoña a la que arribó una vez finalizado el Regional 2019 para probar la experiencia de vivir como un jugador enteramente dedicado al rugby, dejando atrás no sólo su familia y su club, sino también tres años de cursado de ingeniería. En ese momento, Club Sportif Beaunois competía en el Federal 1, la tercera categoría del rugby francés, por debajo del Top 14 y el Pro D2. "Llegué por Santiago Iglesias Valdez (ex hooker de Universitario y de Los Pumas), que estaba jugando ahí y me comentó que estaban necesitando un jugador en mi puesto. Me puso en contacto con el entrenador y terminé jugando tres años en Beaune. El problema fue que, a causa de la pandemia, el Federal se dividió en tres niveles, y por cuestiones presupuestarias, mi club quedó en el tercero de esos niveles. Es decir, sin haber descendido, pasé de la tercera categoría a la quinta. Además, la crisis que vino por el covid hizo que los clubes redujeran mucho sus presupuestos, lo que nos afectó sobre todo a los extranjeros. De hecho, muchos clubes todavía sienten los efectos económicos de la pandemia", cuenta "Matute".
El entrenador de Beaune decidió marcharse e invitó a Matías a seguirlo hacia CS Villefranche Rugby, club que venía de ascender al Federal 1 y en el que, casualmente, jugaba Stéfano Ferro, hermano de Matías. Y ese mismo año se sumó otro tucumano que supo defender la camiseta del "tennis": Manuel Cáceres. "La convivencia con los tucumanos que están en Francia es excelente. Hay varios en los equipos que nos toca enfrentar, y cada vez que tenemos algún fin de semana libre, nos juntamos a hacer algo. Para empezar, vivo a 100 metros de mi hermano, así que estamos prácticamente todo el día juntos. Nos juntamos a tomar mate, a ver tele o lo que sea. También con Manuel, que está casado y tiene una hija, así que siempre nos estamos juntando con su familia y con mi novia. Y cuando tenemos tiempo nos vamos a visitar a amigos que viven en otras ciudades, aprovechando que todo es cerca. Por ejemplo, a 'Santi' (Iglesias Valdez), que está en Lille, a un tren rápido de distancia, o también a Domingo Miotti y Lucas Mensa, que juegan en Oyonnax. Cada vez que podemos nos juntamos a hacer un asado. También con Nicolás Mirande, ex Tucumán Rugby, que ya se retiró pero sigue viviendo cerca", cuenta Ferro.
Esa estrechez de distancias es uno de los aspectos que Matías reconoce disfrutar de su vida en Francia. "Siempre estás máximo a dos horas en auto de playa o de montaña, lo que te permite conocer cosas nuevas todo el tiempo y sin gastar tanto. Además, las cosas funcionan en general muy bien y la gente es muy educada por la calle", destaca. Por supuesto, la vida en Francia también tiene su lado B. "Se extraña la familia, la calidez y la vida social que tenemos en Tucumán. Quizás en España o en Italia no se siente tanto, pero acá el choque cultural es muy grande para mi gusto. Si bien hice muchos amigos acá, el francés en general es bastante frío. Es una cultura muy diferente a la nuestra", describe.
De todas maneras, su rutina en Villefranche-sur-Saône le permite llevar una vida muy tranquila y ordenada, al punto de que pudo retomar sus estudios. "No se puede entrenar más de dos horas por día, en promedio. Quizás en el día más pesado hacés doble turno con dos horas de cancha, una hora de gimnasio y un rato más de video. El resto del día lo podés organizar como quieras. Y por eso este año empecé a estudiar. El presidente del club es dueño de una escuela privada y me propuso seguir una carrera, validándome los tres años de ingeniería que había hecho en Tucumán. Así que me metí a hacer cuarto y quinto año de Master Engineer and Business Developer. Es como una ingeniería industrial, pero más orientada a los negocios y a la administración de empresas. Es un lindo desafío porque además me da la posibilidad de llevarme algo más que una experiencia rugbística cuando decida volver a Tucumán", resume Ferro.
Eso sí: la vida fuera de la cancha podrá ser tranquila, pero dentro del rectángulo es otro cantar. "Es muy físico el rugby en el Federal 1. La particularidad del torneo que jugamos nosotros es que es más lento el ritmo de juego en general. Por ejemplo, es mucho más lento que lo que ves en un Nacional de Clubes en Argentina. Y al ser más lento el ritmo de juego, hay más golpes, todo el tiempo. Se juega mucho como al test match, no es necesariamente un rugby de posición, sino que te dan la pelota y andá. Y cuando no la tenés, hay que tacklear todo el tiempo", ilustra.
En virtud de esos cambios es que debió acostumbrarse al puesto de primer centro y cumplir funciones que no tenía en Lawn Tennis. "Al entrenador que estaba cuando llegué le gustaba mucho jugar con doble apertura. Era como el Tucumán Rugby de acá, mucho juego por afuera. Y así me tocó jugar mucho de 12. Me costó adaptarme en defensa, porque tenía que golpearme más, decidir con menos tiempo, tener que ir más arriba, cuando de apertura o de fullback estaba como mucho más protegido en ese sentido. Pero jugué como tres años de centro y me terminé adaptando. Además, la cuestión del doble apertura ya la tenía más o menos aceitada porque la hacíamos en Lawn Tennis. Aunque desde que volví de una lesión a principios de temporada, me pusieron más de apertura y llevo como 12 partidos consecutivos jugando en ese puesto. Es el año en que más jugué de 10".
Por Federico Espósito - Diario La Gaceta.
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