"El rugby te transforma de manera integral"
Así lo asegura Sebastián Perasso, entendiendo al rugby como una herramienta idónea para mejorar al individuo.
- Queremos comenzar la entrevista Imperial de Norte Rugby hablando sobre la esencia del rugby formativo, ¿qué concepto podés darnos sobre el tema?
- Hace unas semanas atrás, junto a Juan Casajus, escribimos un libro llamado RUGBY FORMATIVO justamente porque la esencia misma de nuestro juego radica en la formación de la persona. El rugby es formativo porque te educa, te forma y te moldea. Con la excusa de correr detrás de una pelota ovalada el rugby hace su parte y te transforma de manera integral.
Nosotros, como entrenadores, la primera tarea que tenemos es la de educar, es decir formar al individuo que envuelve a cada jugador. Desde nuestro liderazgo somos formadores de opinión, formadores de reflexiones, formadores del carácter, de la personalidad y de la mentalidad de los niños y jóvenes. Una enorme responsabilidad de cara al futuro de todos ellos.
Nuestra máxima aspiración no es enseñarles a jugar sino enseñarles a vivir. Reproducir en el rugby el escenario de la vida es darles herramientas para aprender a vivir. Nada va a ser fácil, ni justo ni mágico. Por ello el rugby y sus características particulares (dureza, respeto, disciplina) contribuyen al crecimiento de la persona.
En nuestro juego convivimos con la adversidad tanto dentro como fuera de la cancha. Nada se consigue fácil y tampoco nada se consigue solo. Por ello forjar el carácter en la adversidad y trabajar en equipo son dos lecciones que podemos capitalizar para nuestra propia vida.
Nada de lo que hagamos como entrenadores resulta indiferente. Podemos dejarles una huella valiosa o una cicatriz. Depende de nuestro propio ejemplo.
- ¿Sentís que están en juego "los valores del rugby"?
- Creo que todos quienes integramos la familia del rugby debemos estar en estado de alerta para cuidar la esencia del juego que no es otra que los valores y tradiciones. Por otra parte, entiendo que los valores del rugby en realidad no son “del rugby” porque los valores son universales. Los valores, es decir principios rectores de nuestra conducta, pueden estar (o no) en distintos escenarios de nuestra vida, como el rugby u otro deporte, la escuela, la universidad o la familia. En definitiva, los valores van a estar presentes en la medida que utilicemos el rugby como una herramienta idónea para mejorar al individuo.
- Nos toca afrontar momentos difíciles para el rugby argentino, con hechos lamentables, cómo la muerte de Fernando Baez Sosa en Villa Gesell, qué opinión te merece la situación?
- Es un hecho gravísimo, de una crueldad manifiesta. Es un asesinato perpetrado por varias personas y los culpables deben recibir todo el peso de la ley.
Sin embargo, entre tanto dolor nos debemos una reflexión más profunda como sociedad. Los medios culparon al rugby de un hecho privada perpetrado por algunos jóvenes que juegan o han jugado al rugby. Cuando en otros deportes se suceden acontecimientos de violencia e incluso muertes, son las personas las señaladas como culpables. Sin embargo, cuando el rugby está en la escena, (incluso en un hecho de carácter privado ajeno a lo que pasa en una cancha o en un club) pareciera que el rugby es el responsable. Son tiempos de extrema confusión y la presente pandemia los ha exaltado todavía más. Han instalado de manera enfermiza en el imaginario colectivo que el rugby es un deporte de elites, de clases altas y acomodadas, como sucedía siglos atrás. Quienes lo sostienen no saben ni remotamente que el rugby es hoy un deporte global, jugado por todas las clases sociales, aún por aquellos privados de la libertad (rugby carcelario) o por jugadores con discapacidad (rugby inclusivo).
Un deporte, que es sinónimo de gestos nobles en todo el mundo, es dibujado en nuestro país como el causante de todos los males. Una disciplina que es indicada como parte de la solución, acá es señalada como parte del problema.
Me permito una mirada antagónica. La violencia no se produce por el rugby sino a pesar del rugby. Porque está demostrado que en la mayoría de los casos el rugby ha servido para ser mejor. Basta con observar el proyecto de la Fundación Espartanos y ver que más de 3.000 presos en 70 cárceles de todo el país mejoran su comportamiento y encuentran un sentido a su vida en medio de un mundo cada vez más violento y carente de valores.
- Debemos hacernos cargo de nuestros errores, por dónde deberíamos comenzar a enfrentar estos problemas...
- Por supuesto. De hecho la URBA, como entidad rectora del rugby de Buenos Aires, comenzó haciendo un diagnóstico del problema y formo la Comisión FIMCO (Fortalecimiento integral y mejora del comportamiento) como herramienta para la búsqueda de soluciones. Es así que llevo adelante reuniones y planes de capacitación. En la segunda mitad de 2020 fui invitado una serie de talleres vía zoom en el que participaron más de 130 personas de casi 90 clubes de Buenos Aires. Ello demuestra el interés por mejor porque si no capitalizamos una experiencia tan dolorosa y traumática como la que sucedió estamos destinados a vivir escenarios similares.
Pero también es justo decir que el rugby goza en términos generales de buena salud y sigue siendo una reserva moral en muchos aspectos. Con sus virtudes y miserias por supuesto, pero que gracias a la tarea de mucha gente durante muchos años ha sabido conservar muchas conductas que son ejemplo para la sociedad y también para otros deportes. El respeto al referee como figura sagrada es ponderado por otras disciplinas; las muestras de caballerosidad, hidalguía y respeto aun frente a derrotas dolorosas.
En un país como el nuestro con el grado de violencia física y verbal que transita resulta un milagro que 10.000 personas puedan asistir a una final de la URBA sin que haya un solo policía y sin el más mínimo incidente, incluso con las dos hinchadas en la misma tribuna conviviendo de manera civilizada. Esos también son hechos para ponderar y comunicar porque pueden generar un círculo virtuoso donde la tolerancia y el respeto sean moneda corriente. A veces los prejuicios que caen sobre el rugby impiden ver la tarea monumental de miles y miles de educadores y formadores que transforman a sus jugadores y los hacen mejores personas. Lamentablemente todo hecho negativo que envuelva al rugby se magnifica a límites canallescos y como contrapartida, miles de actos nobles y valiosos pasan desapercibos a diario.
- El formato del rugby argentino se sustenta en sus clubes amateurs, netamente con carácter formativo tanto en lo personal como en lo deportivo, cómo ves la injerencia del rugby profesional dentro de los clubes.
- Creo que los clubes de rugby en la Argentina son un modelo único en el mundo, y que debemos tratar de conservar. Son en mi opinión, lo más sagrado. Muchos de esos clubes son centenarios. Gracias al empuje y pasión de grandes pioneros nuestros clubes se han diseminado a lo largo y ancho del país y ya hay más de 600 instituciones deportivas donde se practica rugby. Pero más allá del número hay un dato auspicioso que radica en que los clubes de rugby conservan sus tradiciones y valores de antaño, y quienes los integran crecen y se desarrollan exhibiendo algo tan importante como identidad y sentido de pertenencia. De nuestros clubes salen grandes jugadores pero con un marcado espíritu amateur. Contrariamente a lo que se piensa, la palabra amateur no debería ser algo peyorativo sino a la inversa. Ser amateur (“el que ama lo que hace”) es contar con un valor agregado. Es jugar por amor al deporte y a tu club más allá de que haya dinero de por medio.
Siempre se pensó que con el advenimiento del profesionalismo declarado abiertamente luego del mundial de Sudáfrica 1995, el rugby iba a perder muchos de sus valores. Creo sin embargo que no solo no ha pasado eso sino que el profesionalismo ha servido para difundir el juego y resaltar nuestros valores como herramienta para su expansión. Hoy hay 121 países que juegan al rugby y más de 9 millones de jugadores y jugadoras lo practican.
Más allá de que los clubes tengan o no una estructura profesional o personas rentadas, lo más importante seguirá siendo el espíritu y la filosofía que los abraza. Entiendo que poder combinar la disponibilidad de tiempo y la preparación de un profesional con el amor genuino a la tarea de un amateur constituye la receta ideal.
- En dos años cambiamos nuestra forma de vida, casi obligados por un virus, comenzamos a valorar mucho más aquello que nos era cotidiano, caminar, reunirnos con amigos, un abrazo, un beso...el club. En este sentido, pensás que podemos volver a la "normalidad", como te imaginas que la pandemia afecta al rugby y a nuestros chicos sobre todo.
- En el rugby como en la vida siempre podemos tomar dos posturas diferentes. La de víctima o la de protagonista. Esta última implica tomar un acontecimiento negativo y dramático como el que estamos viviendo como una oportunidad, asumiendo una conducta activa y tratando de ser positivos aun en la más profunda negatividad.
Sin dudas que cuando volvamos a vivir intensamente una vida de club lo valoraremos mucho más. Tal vez dábamos por sentado ciertas cosas que ahora no tenemos y extrañamos profundamente. La libertad de jugar, de compartir, de comunicarnos. Aspiro a que esta tragedia de la humanidad nos haga mejores, más sensibles, más solidarios, más generosos y comprometidos, y podamos valorar el día a día.
En rigor, creo que vamos a salir fortalecidos y a darle a cada acto o conducta que llevemos adelante el verdadero valor y el sentido que merece.
* Sebastian Perasso nació en Capital Federal, el 4 de Diciembre de 1969. De profesión escribano y escritor. Se desempeñó como jugador y entrenador en el San Isidro Club.
La Columna de "Cheba" Perasso en Norte Rugby:
- Ladrones de alegrías - La lección de jaguares.
- Salta, un escenario ideal.
- Capitalizar la experiencia.
- Los aspectos técnicos del mauling.
- La autodisciplina y el autocontrol.
- Los secretos de Huirapuca.
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