El chico de los disparos
José Chico, clave frente a Natación, sintetiza la dualidad “héroe-villano” de los pateadores.
Les doy un consejo: no esperen que sus hijos se hagan pateadores, por el amor de Dios...
Parado detrás del alambrado que separa la tribuna de la cancha principal de Los Tarcos, José Luis Chico está empezando a recuperar el color en el rostro. La sugerencia tiene por destinatarios a otros dos socios del club y funciona a modo de catarsis por la angustia que le tocó vivir minutos antes, en el final del partido contra Natación. Luego de ver cómo el equipo “blanco” le daba vuelta el resultado con un try a dos minutos del cierre, el “Rojo” se jugó el resto en intentar forzar un penal a una distancia factible de disparo, algo que logró después de haber sonado la chicharra que marca el tiempo cumplido. Desde entonces, la cuestión de quién se embolsaba los puntos dependía enteramente de José Chico, hijo de José Luis, y de la precisión de su diestra. Con su equipo abajo por un punto, el acierto era la victoria y el error, la derrota. Al cabo de unos segundos de tenso y absoluto silencio, el ejecutor de Los Tarcos mandó el óvalo por el centro de la hache y le evitó al ex aeropuerto tener que masticar una tercera derrota consecutiva.
“Estás ahí y sabés que si la metés ganás y sos el héroe; pero si la errás, se termina todo y sos el villano”, resume “Pepe” la injusta paradoja con la que debe convivir todo pateador, y que a su viejo lo tiene pendulando entre la dicha y la angustia partido tras partido.
Embocar la más importante fue también una revancha para José, que anduvo con la mira torcida en la derrota de la semana anterior ante Huirapuca. “Por ahí me ponía a pensar: venimos jugando bien, pero nos está faltando esa cuotita de suerte, como nos pasó en los últimos dos partidos, que los podríamos haber ganado. Y contra Natación lo teníamos controlado en el segundo tiempo, pero volvimos a desaprovechar oportunidades y cometimos esos errores que le dan de comer al rival. Por suerte, esta vez pudimos llevarnos los puntos”, suspira con alivio el artillero.
Para ser un pateador efectivo, asegura José, es fundamental estar fuerte en lo mental. “En momentos como el del domingo te pasan mil cosas por la cabeza. Por eso estoy trabajando con un psicólogo, que me ayuda a abstraerme del entorno y concentrarme en lo que tengo que hacer, en hacer los pasos correctamente y llegar bien a la pelota”, revela “Pepe”, el mayor de cuatro hermanos: Franco, Baltazar y Santiago.
“Los primeros dos juegan de forwards, pero el más chico sí pinta para pateador”, anticipa José. Al parecer, José Luis tiene angustia para rato...
Por Federico Espósito - Diario La Gaceta.
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