Julio Paz: la gran escuela de vida
Con sus 73 años, la leyenda de Tucumán Rugby -en realidad es una institución dentro de otra- habló de todo.
Julio Paz habla antes de comenzar la entrevista. “Los dirigentes tenemos una deuda con la provincia: no tenemos un estadio como la gente para que sea escenario de todos los grandes espectáculos deportivos”, dice mientras camina al bar de 25 de Mayo y Mendoza para tomar un café. “Todos debemos mentalizarnos y conseguir hacerlo cuanto antes. Si Catamarca, sin desmerecer a esa provincia, lo tiene, ¿por qué Tucumán no?”, insiste mientras espera la llegada del mozo.
Con sus 73 años, la leyenda de Tucumán Rugby -en realidad es una institución dentro de otra- no para. Tira ideas y pone, sin quererlo, el ejemplo del deporte de la ovalada. Recuerda los difíciles comienzos y cómo hoy se ha transformado en el segundo deporte de la provincia. “Ese es el fruto de años de trabajo y esfuerzo. A pesar de que siempre nos consideraron como un deporte de elite, los padres ahora saben que aquí se educa a los chicos”, analiza con LG Deportiva.
- ¿Por qué cree que el rugby se desarrolló tanto?
- Lo más importante es que este es un deporte que sabe transmitir valores muy importantes como la disciplina, la solidaridad y el compañerismo. Eso creo que es único y los padres lo valoran mucho a la hora de elegir un deporte para sus hijos.
- ¿No hay nada más?
- Tienen otras cuestiones que lo hacen interesante. Los rugbiers, los entrenadores y los árbitros hacen su trabajo sin cobrar. Hoy en día, jugadores, ex jugadores y padres de jugadores están dispuestos a dar todo por el club.
- ¿Cómo percibe todo eso?
- El otro día pasé por el club y había como 1.000 personas participando activamente. Esas son cosas que me emocionan muchísimo. Ver cómo creció el rugby es emocionante.
- ¿Hay algo más que lo emocione?
- Me halaga muchísimo el trato que me dan en todos los clubes de la provincia. Eso es muy importante.
- Y algo habrá hecho para recibir ese trato…
- No lo sé. Eso es lo que menos me importa. Me encanta ver que el deporte al que le dediqué toda una vida me da esa satisfacción.
- ¿Qué opinión le merece que otros deportes hayan imitado algunas cosas del rugby?
- Es un honor para todos, pero todavía falta bastante por recorrer.
Primera pausa. El mozo llega con el café. Es el momento indicado para hablar de su carrera deportiva. Riéndose cuenta que todo surgió como una travesura. “Amigos me invitaron a que jugara en la Cuarta B de Natación porque no la podían completar. Acepté y terminé jugando, pero los problemas surgieron cuando se enteraron en Tucumán Rugby”, recuerda con una enorme sonrisa en el rostro.
Su carrera deportiva es tan extensa como sorprendente. A los 16 debutó en Primera y siendo muy chico jugó en el seleccionado tucumano y en la Selección del Interior. Han pasado muchos años desde aquellos tiempos gloriosos y él sigue pendiente del deporte que ama. “El tema de la profesionalización es bastante complicado”, asegura sin anestesia.
- ¿Por qué?
- Siempre me incliné por el amateurismo, pero es inevitable la llegada del profesionalismo. Es una realidad, pero hay que tratar de buscar la manera de que no llegue a nuestros clubes que, a mi entender, deberían mantener la estructura de siempre.
- Pero hay varios jugadores tucumanos que ya firmaron sus contratos…
- Estamos cerca, pero no tanto. De todos los jugadores tucumanos son muy pocos los que tienen esa condición.
- ¿Teme que se cambie la esencia del deporte?
- El juego en los torneos profesionales es más duro, pero sus jugadores son más limpios. Y eso es porque están preparados para hacerlo. Hay un respeto hacia el rival impresionante. Se sienten obligados a cumplir con algunas normas claras más que el amauterismo.
- Pero ya con la profesionalización los jóvenes apuntan a otro lado…
- Los jóvenes de hoy sin lugar a dudas tienen otras metas. Pero también es cierto que cuentan con el aliento de sus padres para aspirar a eso. Hay muchos que se abrazaron al profesionalismo pero después volvieron a sus clubes por ese sentido de pertenencia que respiran desde muy chicos. Y esa característica hay que intentar preservarla.
Pasa la etapa polémica de la entrevista con LG Deportiva. En los pocillos ya sólo queda la borra del café y llega la hora de los recuerdos y de los balances. “Carlos de La Serna fue mi gran maestro. Era un adelantado. Leía libros porque en esos tiempos no había televisión ni se grababan los partidos para analizar. Lo mejor del caso es que esas obras, en su gran mayoría, estaban escritas en inglés. Él las leía con el diccionario a la par o a veces con una traductora. Se los sabía de memoria”, comenta.
- ¿Cuáles fueron los mejores rugbiers que vio jugar?
- El mejor del mundo fue Alejandro Frías Silva; nunca vi un jugador con su talento. Después hubo varios como Ricardo Sauze, Santiago Mesón, Aldo Calliera, el “Gallo” Cabrera, Jorge Giringhelli, Pablo Garretón y Martín Terán, entre otros muchos más.
- ¿Qué sintió cuando Terán dejó el rugby y se hizo futbolista profesional?
- El único gol que grité como loco en una tribuna de fútbol fue el que él marcó cuando jugó en Atlético. Siempre fue un crack. Era bueno para todos los deportes. Lo siento por aquellos que lo criticaron por haber dejado el rugby por el fútbol. Él tomó la decisión correcta y me parece perfecto que lo haya hecho.
- ¿Cómo ve al rugby tucumano?
- Muy bien. Sólido. Somos campeones argentinos y los clubes que participan en el torneo Nacional y del Interior están cumpliendo con un gran papel.
- ¿Se conseguirán estos últimos títulos?
- Es una materia pendiente que de una vez por todas tenemos que saldar. Me parece que este puede ser el año.
- ¿Y Los Pumas?
- Están muy bien encaminados y tengo la esperanza de que harán un gran Mundial. Ojo que no estoy diciendo que saldrán campeones del mundo. Tengo la esperanza de que puedan clasificar a la segunda fase y ahí veremos. Pero este es un equipo al que le tengo confianza.
- ¿Qué opina del trabajo que desarrolla Daniel Hourcade?
- Ha demostrado que tomó decisiones correctas y está mejorando muchas cosas. No nos olvidemos que es un entrenador reconocido a nivel internacional por su capacidad y por sus conocimientos.
- ¿Le parece bien que José Santamarina sea miembro del staff?
- Fue un gran jugador; sabe mucho del juego y, por haber defendido la camiseta de Los Pumas, conoce su esencia. Es un hombre que, además de ser un gran motivador, es el mejor nexo que puede haber entre los jugadores, el cuerpo técnico y los dirigentes.
- ¿Y Agustín Pichot?
- Personalmente no lo conozco, pero es una persona muy inteligente y se mueve con mucha picardía. No tengo dudas de que es uno de los grandes responsables de lo que le está pasando al rugby argentino.
Antes de inclinarse por la ovalada, Paz fue un habilidoso jugador de fútbol. En Argentinos del Norte tenía un lugar reservado para triunfar, pero el deporte de la ovalada pudo más. Su pasión por esta actividad, con el correr de los años, le pasó factura. Hace 10, se colocó prótesis en las dos rodillas y sufre mucho por los dolores en hombros, codo y muñeca. Sin embargo, sigue practicando tenis y paddle casi todos los días en el club y con los amigos de siempre.
- ¿Le dolió haber dejado de jugar al fútbol?
- La verdad que no. Pero lo seguí practicándolo en el colegio y en el club cuando se jugaban los torneos de verano. Hasta que pude lo jugué con muchísimas ganas.
- ¿Qué hubiera pasado si uno de tus hijos elegía un deporte que no sea el rugby?
- Nada, lo hubiera ayudado y apoyado para que hiciera lo que le guste. Ahora tengo un nieto que quiere jugar al fútbol y me parece fantástico que lo haga.
- ¿Y si una hija le hubiera pedido jugar al rugby?
- La hubiera sacado corriendo. Pero bueno, no me imagino; además eran otros tiempos. En realidad, ahora los chicos hacen lo que quieren… Te convencen.
- ¿Le quedó alguna materia pendiente en este deporte?
- Como todo ser humano siempre uno comete errores en la vida. La verdad es que el balance que hice es que yo le quedé debiendo al rugby por todo lo que hizo por mí. Y ese es un sentimiento generalizado que tienen los que jugaron este deporte.
-¿Cómo es eso?
- Y cuando cualquiera deja de jugar sigue vinculado al deporte. Si no es como árbitro, es como entrenador o dirigente. También están los que se alejan y colaboran desde afuera con el club. Hay muchas entidades de la provincia que crecieron por el aporte económico de hombres que, a pesar de haberse alejado de su club, aparecieron para brindar una importante ayuda. Eso es el rugby, una escuela.
Fuente: Gustavo Rodríguez - La Gaceta de Tucumán.
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