Los secretos de Huirapuca
Sebastián Perasso estuvo presente en los festejos de Huirapuca por sus 60 años de vida y ahondó en la atrapante historia del club tucumano conocido como “La perla del sur” y fuente de varios Pumas.
El pasado fin de semana tuve el enorme privilegio de cumplir un anhelo largamente esperado. En los festejos del 60 aniversario de Huirapuca pude visitar esa institución y la Ciudad de Concepción, al sur de la Provincia de Tucumán.
“La perla del sur” sobrenombre con el que se apoda a Concepción, es tierra de grandes jugadores como Tristán Molinuevo, Hugo Dande o José María Nuñez Piosek. Además, es el único club de rugby de Tucumán que se encuentra fuera de la ciudad capital y que participa del torneo más competitivo de esa provincia.
Por otra parte, un dato que une a Huirapuca con mi club, el SIC. Carlos Gonzalez Chiappe, tercera línea de la primera del equipo de Boulogne durante varias temporadas y capitán en 1964, fue quien junto con otros entusiastas soñadores introdujo el rugby en el club. Gonzalez Chiappe, ingeniero de profesión, trabajó durante nueve meses en los ingenios azucareros de Concepción. A pesar de su corta estadía pudo sembrar la semilla del rugby en la región y desde allí generó las bases o cimientos para que el rugby se asentara definitivamente en la ciudad.
Debido a esas características (grandes jugadores, lejanía con la capital provincial, vínculo con el SIC) desde siempre me ha atraído su historia y desde esos postulados me ha generado una especial atención todo lo que lo rodea.
A medida que crecían sus logros (fue campeón tucumano en 2003) y que dentro de sus filas surgían jugadores de fuste para el rugby argentino, mi intriga por conocerlo se fue agigantando hasta límites insospechados.
Debido a mi limitado conocimiento del club, por momentos mis preguntas no encontraban respuestas ¿Como un pequeño club de una pequeña ciudad del interior podía moldear jugadores de enorme calidad? ¿De que forma un club con un rugby tan joven podía ser la usina que abasteciera al seleccionado naranja y a los mismísimos pumas? Me preguntaba con insistencia ¿Que razones valederas habría detrás para poder encontrar un criadero de pumas al sur de la provincia de Tucumán? Esas y otras preguntas quedaron flotando en mi curiosidad durante algún tiempo.
Mi contacto con varios jugadores y ex jugadores del club lograron al comienzo diseminar algunos de mis interrogantes. Pero hoy, luego de dos extensas jornadas vividas en Huirapuca, creo firmemente haber encontrado todas las respuestas. Esas respuestas que inconscientemente he ido a buscar.
De gran nobleza, mirada franca y enorme sencillez, la gente de Huirapuca es tan pasional como comprometida con el juego. Sin embargo, detrás de esa envoltura rodeada de grandes cuotas de humildad y simpleza se esconde por lo general un carácter batallador además de una talla y una dureza física que no es habitual. En ese sentido, bien valen dos grandes ejemplos. Hugo Dande, histórico octavo de Huirapuca, del seleccionado tucumano e integrante de Los Pumas, es una muestra acabada de ello: físico privilegiado, fuerza descomunal y gran potencia.
El pasado sábado Dande jugo algunos minutos para su club y en cada avance puso en aprietos al actual seleccionado tucumano. Hoy, a sus 38 años y luego de un par de temporadas de haberse retirado, mostró una genética sin igual representada por un enorme poderío físico a pesar de su inactividad.
Otro caso emblemático es el de Alejandro "Toro" Carrier. El ex pilar de Huirapuca, próximo a cumplir 49 años, jugó casi 31 temporadas en la primera del club.
Debutó como full-back poco antes de cumplir los quince años y luego se desempeño como pilar, jugando de manera ininterrumpida durante más de tres décadas hasta su retiro a los cuarenta y cinco.
Muchos afirman que su permanencia en la primera división constituye un record guiness a nivel mundial.
Esa vigencia va acompañada de pormenores realmente llamativos y que surgen del testimonio de compañeros y el propio protagonista.
En más de treinta años en el primer equipo, prácticamente no tuvo lesiones que lo obligaran a algún parate. Incluso mas, nunca sufrió desgarros o lesiones musculares máxime teniendo en cuenta su poca recomendable costumbre de no precalentar antes de comenzar un encuentro.
Increíblemente para este hombre que trabaja en el campo, su deseo es volver a jugar un tiempo más, si es que puede solucionar algunos inconvenientes laborales...
Otro dato sustantivo. El jugador de huirapuca lleva en su andamiaje una enorme cuota de sacrificio y un indomable espíritu de lucha que le permite enfrentar y superar adversidades. En rigor, los inconvenientes no lo tumban si no que lo desafían, lo agrandan y lo movilizan.
Ese espíritu luchador y combativo se fue forjando en la verdadera adversidad. Una adversidad que surge del propio contexto que los rodea (grandes distancias, club humilde, ciudad pequeña, poca consideración).
Una adversidad que muchas veces se ha transformado en solidaridad de quien sabe que para alcanzar los propios sueños hace falta apartarse egoísmos y trabajar en equipo.
Por último, otro dato de consideración. La gente de Huirapuca transita por el mundo del rugby con el enorme orgullo de representar a su ciudad y a su querido club. Una ciudad ovalada por donde se la mire y un club que es modelo y espejo para los demás clubes del interior de Tucumán y también de otras provincias.
Dentro de ese contexto el sentido de pertenencia es descomunal. Esa identificación tan plena duplica la entrega, multiplica esfuerzos y redobla el compromiso con la causa. Un compromiso que no sabe de renuncias ni claudicaciones.
Días atrás, desembarque en Concepción con la expectativa de encontrar las respuestas a algunas de mis preguntas. Hoy, nuevamente en Buenos Aires, he regresado con las valijas llenas de gratos momentos, repleta de amigos y con la seguridad de haber encontrado las respuestas a cada una de mis preguntas…
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