Semanas claves para el rugby

jueves, 22 de octubre de 2009 Dejá un comentario

La elección de autoridades en la UAR brindará una respuesta: ¿se aceleran los cambios o volvemos a fojas cero?


La dirigencia deberá decidir en las próximas semanas, sin medias tintas ni hipocresía, cuál será nuestro modelo rugbístico para los próximos años. La velocidad de los acontecimientos suele superar a los directivos argentinos, y más en estos tiempos de cambios supersónicos. A Los Pumas los aguarda un Cuatro Naciones feroz, y antes hay un Mundial en el horizonte. Los Jaguares, bebés primerizos del Pladar, están a punto de insertarse en una competencia profesional en Sudáfrica. Y mientras tanto, no se sabe quién conducirá la UAR cuando Porfirio Carreras cuelgue el saco con el escudito en el perchero.

"El hombre de Alumni es inflexible. No sólo necesita algo de descanso, sino retomar sus tareas profesionales y personales. A lo sumo, aceptaría seguir con alguna vocalía, como un gesto de apoyo al proceso de transformación que inició la UAR después del bronce en el Mundial 2007. O permanecer como representante argentino en la IRB, función que atrapó luego de la convulsionada salida de Hugo Porta", explicó Jorge Búsico, un periodista bien informado sobre las intrigas de palacio, en "La Nación".

Nadie olvida la tormentosa negociación que signó la elección de Carreras. Tanto se tensó la cuerda entre Buenos Aires y el interior que las diferencias nunca se zanjaron y están listas para aflorar en este round que se avecina.

Pero más allá del nombre, interesa el perfil y el proyecto. Insertar a la Argentina entre las potencias implica ir al pie con la SANZAR -la poderosa trilogía de neocelandeses, sudafricanos y australianos- en materia de organización. Desde allí están siguiendo con lupa el devenir institucional que caracteriza a estos pagos. Sus tiempos, se sabe, son más veloces que los nuestros. Pero hay plazos que cumplir y acuerdos que respetar.

La Unión de Buenos Aires es la que corta el queso y lo seguirá haciendo. El debate interno es muy fuerte por estos días en el ágora porteña. Hasta hace unas semanas, la prohibición a que sus jugadores pladarizados jugaran el torneo de clubes de 2010 era inflexible. Las posiciones ya no son tan rígidas y varios clubes pretenden dar marcha atrás. Sería una excelente noticia y una señal inequívoca de que el verdadero cambio está en marcha.

La perspectiva es fascinante, pero a la vez delicada. Argentina deberá atender dos frentes a la vez con la misma seriedad e idéntico rigor. Apurar y optimizar una estructura profesional para afrontar la alta competencia y, al mismo tiempo, contener y fortalecer a los clubes, reservóreo del espíritu que nos distingue y único semillero de jugadores.
Eso implicará, necesariamente, una apertura mental y metodológica que no tiene por qué manchar la tradición ni abrir sospechas sobre la contaminación que se viene. Ponerse de acuerdo sobre estos puntos y elegir a la figura capaz de liderar un equipo de trabajo pone contra las cuerdas a los dirigentes: es ahora o nunca.

Mucha gente se mueve en las ligas mayores, decididas a jugarse por el futuro, aun a riesgo de quedar en off-side. Agustín Pichot le puso el pecho a la candidatura del rugby olímpico y acertó un pleno. La foto, abrazado con Bernard Lapasset y Jonah Lomu, fue muy fuerte. Otro de los objetivos del ex capitán de Los Pumas -la inserción de Los Jaguares en la Vodacom Cup, certamen que le sigue en importancia a la Currie Cup en Sudáfrica- está a un paso de concretarse. Es más: hay consenso para que Los Jaguares sean locales en Stellenbosch.

Si la nueva UAR no se juega por la consolidación de todo lo obtenido hasta el momento se corre el riesgo de hacer un papelón descomunal. La IRB ya mira a Argentina con otros ojos, pero espera estos pasos significativos para despejar todas las dudas.

Tucumán, pionera en esta historia, necesita mantener un perfil alto y coherente. La primera camiseta de un seleccionado que llevó publicidad fue la naranja, y en aquel momento desató un escándalo de proporciones. Era un logo diminuto de Seven Up, que quedó inmortalizado en las tapas de revistas y diarios y circulación nacional, como símbolo de los tiempos que se venían.

El tren del progreso viene pasando desde hace rato y los argentinos vamos subiendo de a poquito. A veces, los vagones siguen el viaje vacíos. Así somos. Pero es fundamental entender que el servicio no dura para siempre, y menos la invitación a viajar en primera clase.

Por Guillermo Monti - Redacción de LA GACETA

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