Rimas fue la estrella
domingo, 21 de junio de 2009
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En un encuentro que se vivió en las tribunas como un espectáculo y sin la efervescencia característica de un Test match, la gente tuvo un gran ovacionado: Rimas Álvarez, que le dijo adiós a Los Pumas en medio de una cálida despedida.
Luego de la excursión argentina por Salta, otra vez volvían a Buenos Aires y la cancha de Vélez. Nuevamente, el público de rugby volvía a ver a sus queridos jugadores en el campo de juego. Ese motivo era suficiente para que se viva una verdadera fiesta en el José Amalfitani, a pesar del frío, y que el encuentro tenía más ribetes de amistoso.
Si bien los Barbarians franceses no lograron la motivación necesaria para llenar estadio como en otras ocasiones, más de 30 mil personas vibraron ante cada tackle o movimiento del conjunto nacional. En el “aplausómetro” hubo un ganador aplastante: Juan Martín Hernández, sin dudas el mimado de la gente.
El ingreso del equipo a la cancha (con una bandera que decía “Fuerza Chichón, La 96” ) fue el primer gran pico de euforia, que luego se convirtió en incredulidad cuando sonó casi dos veces (la segunda fue cortada a la mitad) el himno francés, lo que fue una mancha en la organización. Antes del pitazo inicial se produjo un minuto de silencio por el primer aniversario de la muerte del joven de CUBA Juan Cruz Migliore.
Las tribunas estaba plagado de camisetas de los clubes como de costumbre, pero resaltaban ante todo las trompetas y bombos instaladas en una de las populares, que fueron sin dudas las que marcaron el ritmo de los cánticos ¿Los más escuchados? “Vamos, Pumas, vamos” o “El que no salta es un francés”. No falto la “ola”, ni los silbidos al apertura Mele a la hora de patear a los palos.
Luego de la excursión argentina por Salta, otra vez volvían a Buenos Aires y la cancha de Vélez. Nuevamente, el público de rugby volvía a ver a sus queridos jugadores en el campo de juego. Ese motivo era suficiente para que se viva una verdadera fiesta en el José Amalfitani, a pesar del frío, y que el encuentro tenía más ribetes de amistoso.
Si bien los Barbarians franceses no lograron la motivación necesaria para llenar estadio como en otras ocasiones, más de 30 mil personas vibraron ante cada tackle o movimiento del conjunto nacional. En el “aplausómetro” hubo un ganador aplastante: Juan Martín Hernández, sin dudas el mimado de la gente.
El ingreso del equipo a la cancha (con una bandera que decía “Fuerza Chichón, La 96” ) fue el primer gran pico de euforia, que luego se convirtió en incredulidad cuando sonó casi dos veces (la segunda fue cortada a la mitad) el himno francés, lo que fue una mancha en la organización. Antes del pitazo inicial se produjo un minuto de silencio por el primer aniversario de la muerte del joven de CUBA Juan Cruz Migliore.
Las tribunas estaba plagado de camisetas de los clubes como de costumbre, pero resaltaban ante todo las trompetas y bombos instaladas en una de las populares, que fueron sin dudas las que marcaron el ritmo de los cánticos ¿Los más escuchados? “Vamos, Pumas, vamos” o “El que no salta es un francés”. No falto la “ola”, ni los silbidos al apertura Mele a la hora de patear a los palos.
Sin dudas, el hombre de la noche fue Rimas Álvarez, no por ser elegido “Man of the match”, sino porque cuando se retiró a los 10 minutos de la segunda etapa la gente le brindó cariño como en ninguna otra ocasión, ya que el segunda línea del Perpignan le decía adiós al Seleccionado. Hubo bandera (“Álvarez 100% garra y corazón. Huevo Rimas”), plaqueta y vuelta olímpica para el “Flaco” rodeado y llevado en andas por todos sus compañeros.
Se fue un hombre que representa el espíritu Puma. Se fue como se tenía que ir, ovacionado por su gente y en su país.
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